domingo, 22 de diciembre de 2024

Las aerolíneas buscan ahorrar espacio entre filas para cargar más pasaje

[b]Las aerolíneas buscan ahorrar espacio entre filas para cargar más pasaje[/b]

Las sardinas en lata gozan de dos ventajas a la hora de acomodarse: están muertas en su conserva, y no tienen rodillas que doblar. Los seres humanos vivientes que pueblan las cabinas de pasajeros de los aviones tal vez envidien la escurridiza flexibilidad de la humilde sardina cuando tienen que sentarse en las cada vez más prietas filas de la clase turista.

Desde 1978, el espacio medio de una fila de asientos a otra en esa clase ha perdido tres pulgadas (7,62 centímetros), según desveló en su día el diario The New York Times, dato refrendado por la empresa británica Ink-Global, que produce revistas y publicidad para aerolíneas. Se acerca el verano, llegan los vuelos vacacionales, y al viajero se le encoge el ánimo pensando en cómo gestionará sus rodillas. Qué decir de la vana ilusión de llegar a cruzar las piernas.

En el actual contexto de aerolíneas entregadas a recortes, y para temor de viajeros, el fabricante italiano de mobiliario de avión Aviointeriors quiere activar un particular prototipo de silla. Se llama Skyrider y, al elevar la altura de la superficie del asiento (610 milímetros en vez de los usuales 450 milímetros), hace que el pasajero viaje con las rodillas menos dobladas, que así sobresalen menos, y por tanto permite ubicar la siguiente fila a menor distancia.

El truco es el seat pitch, que se mide en pulgadas (el firmamento, como tantas cosas, funciona en términos anglosajones). El seat pitch no es el hueco para las piernas, como algunos creen, sino la distancia entre un punto de un asiento y el mismo punto del siguiente asiento.

Los reguladores (European Aircraft Safety Agency, EASA, para Europa; y Federal Aviation Administration, FAA, para EE.UU.) sitúan en 28 pulgadas (71,12 centímetros) el seat pitch mínimo.

En los últimos treinta años las compañías aéreas han bregado por ganar alguna fila de asientos ahorrando espacio sin vulnerar las normas de navegación aérea. En la horquilla entre 28 y 33 pulgadas (es decir, entre 71,12 y 83,82 centímetros) de seat pitch en clase turista se mueven las aerolíneas, y arguyen que el espacio para las piernas no ha disminuido al compensarse con butacas más estrechas de material más compacto, sin los abultados reposacabezas de antes. Ed Hewitt, redactor jefe de la guía on line de viajes The Independent Traveler, replica que no conoce a «un solo pasajero que se trague el cuento de que el espacio para las piernas no ha disminuido», pero hay otros factores.

«En vuelos cortos, las encuestas indican que las tarifas bajas cuentan más que el seat pitch; en vuelos largos, la cosa cambia», dice Hewitt.

En vuelos de más de seis horas, la comodidad es la prioridad. El seat pitch del Skyrider es de 23 pulgadas (esto es, 58,42 centímetros), una distancia no admitida por los reguladores. «Pero el Skyrider es un asiento; el pasajero viaja sentado, no apoyado, lo cual lo diferencia de algunas propuestas fantasiosas que han circulado sobre pasajeros volando de pie», insiste Gaetano Perugini, director de investigación y desarrollo de Aviointeriors.

Por teléfono desde la empresa en Latina, localidad a 65 kilómetros al sur de Roma, Perugini recuerda que «volar de pie no está previsto por los reguladores, y nada indica que vaya a haber un cambio al respecto». Alivio general. Hace dos años, Ryanair provocó turbulencias al mentar esa posibilidad, sugerida también por la aerolínea china de bajo coste Spring Airlines.

El imaginario aéreo se pobló de imágenes de pasajeros puestos en pie, sujetos por cinturón y arneses, con un inquietante parecido a Hannibal Lecter. Pero ningún fabricante se plantea tal cosa.

En teoría, con el Skyrider las aerolíneas podrían embutir más pasajeros a bordo (hay, con todo, unos topes de pasaje según el tipo de avión, que no podrían rebasar), u ofertar tarifas bajas en vuelos con clases primera, business y turista. Pero ninguna compañía ha comprado el prototipo -que Aviointeriors propone para vuelos de hora y media-, así que no se ha tramitado su certificación ante los reguladores.

«Es una revolución que aún debe ser metabolizada por las compañías», se exalta Perugini. Ver al viajero de Skyrider con el respaldo del asiento delantero pegado al rostro, y los pies quietos bajo la plataforma elevada en la que reposa su maleta, no invita a imitarle. En comodidad, con todo, cuenta a la vez la anchura del asiento.

Un estudio citado por Ink-Global muestra que, a igual seat pitch, la sensación de confort del pasajero es mayor si el asiento es más ancho, porque tiene los hombros mejor acomodados, puede mover las caderas y tiene más espacio lateral -que no frontal- para las piernas. Y ayuda muchísimo una circunstancia no controlable que todo viajero anhela: que el asiento del medio esté vacío.

Ya metidos en la cabina, una encuesta del portal de búsqueda de vuelos Skyscanner indica que el asiento preferido es el 6A, lo cual confirma la preferencia por las primeras filas. «Algunos pasajeros optan por la sección central cerca de las alas, donde es menos probable que se sientan turbulencias, y otros quieren estar cerca de la parte delantera para desembarcar antes, oír menos el motor o tener mejor elección de los alimentos disponibles -explica Eliana Gómez, responsable de Skyscanner para España-. La ventana es popular para quienes buscan dormir, sobre todo en vuelos largos, y el pasillo es popular para los pasajeros altos que tratan de estirar las piernas». Al final, las rodillas siempre cuentan.

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